viernes, 22 de febrero de 2013

Amar o Temer


Por: Lic. César García E.

Un mundo que sucumbió ante la banalidad, ante la codicia absurda que lleva a la destrucción y somete a mil millones a hambre, desnutrición, marginación… a la muerte. Un mundo donde el dinero resulta el único dios, el tenerlo es el motivo del odio, de asesinatos, de rencor y poder. Un mundo ya de cabeza, destinado a la tragedia, un mundo ya moribundo por su propia impertinencia, por abusos deshonestos, por miseria reiterada, por desprecio a lo valioso… por conciencias  alienadas.

Un mundo así tan fútil, tiene sus días contados, no sobrevivirá el sistema, en medio de tanto caos. Un mundo de desazones, de homicidios sin razones, de la impunidad perpetua, de fantoches reunidos… en tantas partes del mundo, para buscar soluciones impregnadas de codicia, formulando explicaciones en medio de la inmundicia. Un mundo donde el ingrato es altamente apreciado, el mitómano y traidor… altamente valorado. Un mundo que se encantó con las mentiras absurdas que le vendió el consumismo, la vanidad, lo barato… un mundo que pereció ante el acoso letal de medios que se metieron en la habitación de niños… para desvalorizarlos, engañarlos y destruirlos, un mundo que suplantó la atención de la mamá, la corrección del papá… por una computadora, por una televisión, una consola de juegos o pinche reproductora.

Un mundo desintegrado, de fracturadas familias, de egoísmos desbordados, de arrebatar si no gana… pero sintiéndose honrado. Un mundo donde las leyes, las proponen los mafiosos, donde se pacta entre ellos, para robar, sustraer, denigrar y someter… al lerdo contribuyente que se convence y percata, en medio de tanta gente –que le dice que así es– que sus impuestos son buenos, que su esfuerzo y que su plata, van a ser  administrados con razón y con decencia, probidad y transparencia. Pero el cándido individuo, se percata de la farsa, cuando acude a un funeral, de los tantos que hoy ocurren, en el que la delincuencia… salió impune y no se vio; ni la ley, ni la justicia… mucho menos transparencia; o cuando en un hospital carente de medicinas, le avisan que falleció, su amigo o su papá, su hijita o su sobrina.

En un mundo tan absurdo, donde el malo cree siempre que se saldrá con la suya; el bueno, el trabajador, el honrado, el diligente, el creativo, el persistente, el padre, el hijo obediente, la madre tan laboriosa, amorosa y abnegada. Todos ellos –es decir– la gente que vale mucho… se quedan paralizados, el terror los convenció que es mejor bajar la testa y salir a trabajar, con temor y con temblor.

En un mundo tan así… tan absurdo y tan letal, uno puede decidir vivir temiendo o amando. Yo me quedo con amar, porque sé perfectamente que existe tantísima gente necesitada de amor; de un abrazo, de un consejo, de abrigo y de esperanza; de convicción… dignidad, de ilusiones que a su vez, conviertan en realidad. El amor es además antídoto del temor, destructor del  egoísmo y el amante del pudor ¡Piénselo!